domingo, 12 de abril de 2020

La Pascua ―también llamada Pascua de Resurrección, Pascua Florida,​ Domingo de Pascua, Domingo de Resurrección o Domingo de Gloria― es la fiesta central del cristianismo, en la que se conmemora, de acuerdo con los evangelios canónicos, la resurrección de Jesucristo al tercer día después de haber sido crucificado y que se prolonga durante ocho días, hasta la Octava de Pascua.


La Pascua marca el final de la Semana Santa, en la que se conmemora la muerte y resurrección de Jesús. A la Semana Santa le sigue un período de cincuenta días llamado Tiempo pascual, que termina con el Domingo de Pentecostés


La actual Pascua cristiana hunde sus raíces hasta el año 1513 antes de Cristo, cuando, según la tradición judía, el pueblo judío emprendió su éxodo desde Egipto, hacia la Tierra Prometida. La conmemoración de este hecho, celebrado cada año, como recordatorio de la liberación del pueblo hebreo de su esclavitud en Egipto, recibía y recibe aún hoy en el judaísmo el nombre de Pésaj o Pascua.

En la víspera del primer día, se comían hierbas amargas mojadas en vinagre, para recordar la tristeza de la servidumbre. Y se narraban en tono cadencioso cánticos que hacían alusión a las diez plagas de Egipto.

El cordero de Pascua era escogido por cada familia. Con el tiempo, la ceremonia de inmolación fue llevada a cabo por la clase sacerdotal. El animal debía ser macho, cordero o cabrito, sano y de un año de edad. Se inmolaba al finalizar el día; y por la noche lo comían con verduras amargas. No estaba permitido romper sus huesos, ni dejar restos de carne. Por esta razón, si la familia no era suficientemente grande para comer un animal ellos solos, los israelitas se reunían en grupos, para cumplir con las prescripciones de orden sagrado. Durante los siete días posteriores al 14 de Nisán (mes del calendario israelita correspondiente a marzo - abril del calendario español), el pueblo hebreo sólo comía pan sin levadura (no fermentado), al que llamaban «ázimo» («sin fermento»), o «pan de aflicción».

Los primeros cristianos celebraban la Pascua a la par cronológica que la Pascua judía, hasta que el Primer Concilio de Nicea (en el 325 d. C.) separó la celebración de la Pascua judía de la católica, quitando a esta los elementos hebreos. Sin embargo, dejaron el carácter móvil de la fiesta recordando que Cristo resucitó en la Pascua hebrea. Hoy día la Iglesia católica mantiene el carácter móvil de la fecha de Pascua.



Esta fiesta determina el calendario móvil de otras fiestas: así la Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo) se celebra 40 días después de Pascua, y Pentecostés 10 días después de la Ascensión. La semana anterior a la Pascua de Resurrección es la Semana Santa, que comienza con el Domingo de Ramos (que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén). La Octava de Pascua (popularmente conocida como «semana de Pascua») es la semana que sucede a este Domingo de Pascua (o Domingo de Resurrección). El tiempo pascual o tiempo de Pascua designa, en la liturgia católica, las semanas que van desde el Domingo de Resurrección hasta el de Pentecostés, aunque el Ciclo Pascual inicia el Jueves Santo al atardecer, y ahí se le conoce hasta el Domingo de Pascua, por el llamado Triduo Pascual.

La expresión «pascua», de: 'pashé', el paso del señor por Egipto, remite hoy principalmente a la fiesta de la Resurrección, que también es llamada a veces «pascua florida», pero también se usa para referirse a otras cuatro celebraciones cristianas: la Natividad (25 de diciembre), la Epifanía o Adoración de los Magos (6 de enero), el Bautismo del Señor y Pentecostés, la venida del Espíritu Santo (cincuenta días después de la Resurrección).




viernes, 10 de abril de 2020

Descendimiento de la cruz  -   José de Arimatea

Sudario, de la palabra latina sudarium, significa en su origen un lienzo o pañuelo que sirve para cubrirle el rostro a las personas muertas y demostrarles sus respetos.
Se dice en el Evangelio, Marc, c. 14, v. 51, que un joven que seguía a Jesucristo cuando fue preso en el huerto de los olivos, no tenía más que una sábana para cubrir su desnudez, que los soldados quisieron detenerlo, que dejó su sábana y se fugó, Sansón prometió treinta sábanas, (en hebreo, sindinim) y otras tantas túnicas a los jóvenes que asistían a sus bodas si podían explicar el enigma que les propuso. , se dice que la mujer fuerte hacía sábanas y ceñidores y los vende a los cananeos o fenicios


Leemos en el Evangelio que José de Arimatea para sepultar a Jesucristo compró una sábana, sindonim y en ella envolvió el cuerpo de Jesús.
José de Arimatea es un personaje bíblico que, de acuerdo al Evangelio de Mateo 27:60, era el propietario del sepulcro en el cual fue depositado el cuerpo de Jesús de Nazaret después de su crucifixión y muerte. 
Un «hombre rico» según San Mateo; un hombre «ilustre» según San Marcos; «persona buena y honrada» según San Lucas; «...que era discípulo de Jesús» según San Mateo, «pero clandestino por miedo a las autoridades judías», según San Juan. Marcos comienza señalando que José compartiendo la visión de la venida del Reino de Dios (lo cual Lucas 23:51 repite) entró "osadamente" a pedirle el cuerpo de Jesús a Pilato (15:43). Lucas añade que este varón "no había consentido en el acuerdo ni en los hechos" de los líderes religiosos.
Lo cierto es que los cuatro evangelistas coinciden en contar el mismo episodio donde intervino San José de Arimatea. Jesús acaba de morir en la cruz, Pedro renegó de Él por tres veces en público, los apóstoles se dispersan, pero este hombre solicita al procurador romano Poncio Pilato que le permita dar sepultura al cuerpo de Jesús. Con la ayuda de Nicodemo, desclava el cuerpo de la cruz y lo sepulta en su propia tumba, un sepulcro nuevo, recién excavado en la roca, donde se encuentra la basílica del Santo Sepulcro. Lo envolvieron en lienzos de lino y lo colocaron en la tumba con una gran piedra en la entrada. Por esto, la tradición católica lo tiene como patrono de embalsamadores y sepultureros.




José de Arimatea es protagonista de la apócrifa Declaración de José de Arimatea, escrita en primera persona, en la que se reivindica como responsable del descendimiento y entierro de Cristo y narra el cautiverio al que el Sanedrín la condena por ello. Estas represalias son también referidas en el Evangelio de Nicodemo.

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